jueves, 24 de enero de 2008

LA CARTA QUE SE ELEVA DE J. M.

(Reimpresión de un artículo publicado en GENII, Vol. I, nº l. septiembre 1936). Nos complace mucho poder ofrecerles, por cortesía de su autor, John McMillen, este nuevo método para realizar el experimento de la carta que se eleva, que sin duda sobresaldrá entre los múltiples sistemas ya existentes para conseguir este mismo fin. Este método presenta varias ventajas relacionadas con que no necesita una preparación previa. Solamente hacen falta las cartas, que incluso pueden ser prestadas. La carta se eleva desde el medio de la baraja, que está bien cuadrada y ni el pulgar ni ningún otro dedo se introduce en la baraja para empujar la carta hacia arriba. Por si todo esto fuera poco, la idea en que se basa es completamente nueva. El mago pide a un espectador que mezcle una baraja y, a continuación, dé tres cartas. El mago toma estas tres cartas y ruega al espectador que se fije en una de ellas. En un noventa por ciento de los casos se elegirá la carta central, pero, si esto no ocurriera, el mago siempre puede pedirle que tome su carta elegida y la coloque en medio de las otras dos. Deja las tres cartas un instante en la mesa cara abajo para colocarte la baraja en la mano izquierda con los dedos en un lado y el pulgar en el opuesto. Toma la carta superior de la tres e introdúcela por el medio hasta la mitad de su- longitud. Haz una separación bajo ella con el pulgar izquierdo. Recoge la siguiente carta de la mesa (la elegida) con la mano derecha e introdúcela del mismo modo, es decir, hasta la mitad de su longitud, en la baraja. Aparentemente, la carta entra justo debajo de otra, pero, en realidad, el pulgar izquierdo suelta la carta que está debajo de la primera que has introducido, de manera que habrá una carta entre ésta y la segunda. Toma la tercera carta e introdúcela debajo de las otras dos, soltando de nuevo una carta, que la separará de la segunda. Tenemos, pues, una baraja de la que sobresalen tres cartas. Lo que no sabe el público es que entre una y otra hay una carta cualquiera. Da la vuelta a la baraja en la mano izquierda de manera que las caras queden frente al público. Sostén la baraja con el índice sobresaliendo por el extremo, los demás dedos por un lado y el pulgar por el opuesto. Coloca la mano derecha de forma que oculte el extremo interno de las cartas. Empuja las tres cartas hacia abajo con índice izquierdo hasta que queden perfectamente cuadradas con las demás. Esto hace que las dos cartas cualesquiera que se hallan entre tres se desplacen, debido a la fricción, en la dirección contraria, esto es, hacia abajo. Ahora, la mano derecha, colocada de tal modo e oculte las dos cartas que sobresalen por abajo, bisela el extremo inferior de la baraja extendiendo las cartas hacia abajo ligeramente de atrás hacia adelante. Haz notar al público lo que haces y explica que vas a hacer que se eleve la carta elegida y para ello necesitas extender un poco las cartas para que todo el público lo vea bien. en realidad, esto sirve, efectivamente, para que el truco tenga más fuerza, pero la verdadera razón de extender las cartas es que las cartas delanteras estén lo suficientemente bajas como para cubrir las cartas que sobresalen por abajo cuando retires la mano derecha. Sostén la baraja en posición vertical en la mano izquierda con el pulgar en un lado y los dedos en el otro, cerca del extremo inferior. Si estás trabajando ante uno o dos espectadores, no tienes que preocuparse de los ángulos, pero si el público es más numeroso, has de sostener la baraja ligeramente girada hacia la derecha. Así, desde la izquierda, los dedos cubren las cartas que sobresalen de la parte inferior para cualquier ángulo. Coloca el meñique bajo las dos cartas que sobresalen y empújalas hasta que queden al mismo nivel que las demás. Con ello lograrás que la carta elegida, que se encuentra entre ellas, se eleve por encima del resto de la baraja. Como las cartas están biseladas o extendidas, se apreciará perfectamente que la carta sale del centro. Durante el ascenso, inclina la parte superior de la baraja un poco hacia el público para ocultar el movimiento del meñique. En cuanto las dos cartas de abajo estén al mismo nivel que las demás, el meñique vuelve a su lugar. Acerca la baraja al espectador para que él mismo tome su carta. En este momento, las cartas se encuentran ordenadas tal y como el público cree que están, por lo que se pueden entregar para ser examinadas sin temor de que se descubra cómo se ha realizado el milagro.

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