A continuación explicamos una de las primeras versiones de este efecto. Hacen falta dos barajas, una de dorso rojo y la otra de dorso azul. Puede tratarse de barajas prestadas, puesto que no requieren ninguna preparación previa. También se necesita un sobre opaco. Muestra las barajas cara arriba sosteniendo una en cada mano. Con la excusa de mostrar el sobre, deja la baraja de la mano derecha encima de la de la izquierda, cara arriba. Entrega el sobre a un espectador para que lo examine. Vuelve a tomar en la mano derecha su baraja (supongamos, de dorso azul), dejando que su carta inferior quede sobre la baraja de dorso rojo, que voltearás inmediatamente con la mano izquierda. Entrega la baraja azul al espectador, recupera el sobre y déjalo en la mesa, frente a ti. Haz un abanico con tu baraja con las caras de las cartas hacia ti, busca el duplicado de la carta de dorso azul que has robado de la otra baraja, ponla tras ella y coloca a las dos juntas en la parte superior de la baraja. Invita al espectador a que corte su baraja. Corta tú la tuya (en realidad, realiza la primera parte del salto: sacas el paquete inferior de la baraja y lo dejas sobre la mesa). Levanta las dos cartas superiores (las dos cartas iguales con dorsos distintos) como si fuesen una y guárdalas en el sobre. Toma la carta superior del paquete inferior del espectador y guárdala también, sin que se vea cuál es. Coloca esta carta en el lado contrario del sobre, saca las dos cartas iguales y muéstralas. Si lo deseas, puedes repetir el juego si recuerdas la carta que queda en el sobre. Para terminar, introduce en el sobre la baraja de dorsos azules que, libres de toda trampa, puedes entregar al espectador para que los examine.
miércoles, 30 de enero de 2008
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